miércoles, 18 de mayo de 2011


Y cuando él se dio cuenta que ella no volvería, cerró las puertas de su corazón para sanar todas las heridas.

Una vez que hubo cicatrices, volvió a abrir las puertas para la llegada de un nuevo amor.

No se desespero, fue paciente. Primero se amó así mismo y luego puedo amar a los que le rodeaban.

Al ver el amor que desbordaba por sus semejantes, la naturaleza y ese contacto que tenía con su propio espíritu, ella no pudo evitar quedar perdidamente enamorada de aquel bello ser de luz. Sin buscarlo, sin pensarlo, nuevamente tenía una musa inspiradora. La dulcinea que protagonizaría sus sueños más íntimos.